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¿Qué es la investigación participativa?

  • Angélica Fierro Aponte
  • 22 abr 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 25 abr 2022

Vivimos un momento en el que cada vez más y, hasta cierto punto, gracias a estudiosos como Edgar Morín, entendemos que el estudio de cualquier aspecto de la experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético. En que vemos cada vez más que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales. (Pakman, 1994, en: Morin, 1994?).




Las dinámicas de la vida cotidiana, la interacción constante, la construcción de vínculos, relaciones, diálogos, sentidos y significados mediados por tensiones, sufrimiento, violencias, desigualdades, vulnerabilidad desde los ámbitos sociales, ideológicos, políticos, llevan a la FUNDACIÓN DIALOGOS VIVOS a “perseguir como fin el interés por el mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar de las personas, las comunidades, los grupos y los territorios de Colombia, construyendo vías alternas al desarrollo, que permitan forjar caminos autónomos donde encuentren bienestar en sus propios términos y puedan descubrir en el trabajo colaborativo, recursos para crear horizontes sostenibles en los que sus culturas, sus vínculos y sus territorios permanezcan sanos”. (estatutos Fundación Diálogos Vivos, cap. II, art. 5).

Es en esta apuesta como fin supremo de la fundación que se plantea una de las líneas de trabajo: la Investigación participativa y local. Los actos y las acciones de los seres humanos siempre están mediados por los significados, sentidos, símbolos que estos construyen de su entorno, del lugar, del ambiente que habitan; sobre los vínculos que se generan con otros seres humanos y no humanos como los animales, las plantas, los ríos, las montañas, el aire que se respira. En este complejo tejido de saberes se mueve la vida cotidiana construyéndose intrínsecamente la cultura, el patrimonio cultural inmaterial, el patrimonio natural, lo que se deriva en la identidad colectiva y el arraigo al territorio. Cada ritual, cada creencia, cada práctica cotidiana está contenida de significados particulares, únicos y valiosos para la comunidad, grupo o pueblo que la comparte, la siente, la vivencia. Este tejido llena de sentido la vida colectiva e individual, “creando sistemas simbólicos compartidos de formas de vivir y trabajar colectivamente”, como dirá (Bruner, 1991, pág. 28).

De acuerdo con lo anterior se apuesta por una investigación participativa y local donde el diálogo entre saberes y conocimientos se de manera articulada, horizontal, ética, bio-ética y respetuosa. Donde la realidad social narrada por los sujetos que la habitan y la viven cobra sentido y valor desde sus subjetividades al entrar en contacto con conocimientos científicos y técnicos. La investigación Participativa que se aborda da voz y visibiliza las dinámicas culturales, ambientales, educativas, territoriales de cada grupo humano en particular. Al respecto se toma el argumento de Torres (2019, pág. 24), “…investigadores como Orlado Fals Borda hicieron de la trasformación social (praxis) una condición y una finalidad de la investigación participativa”.


Los saberes puestos en escenas tan nutridos y valiosos aportan a la reflexión de cada comunidad sobre sus propias realidades, sobre los caminos recorridos, sobre las experiencias positivas y negativas vividas, sobre las cuales se puedan evidenciar los grandes aprendizajes que se han tejido, se pueda aprender del pasado, traer al presente esas experiencias y con base en la emergencia de narrativas sobre los mismos se planteen estrategias para fortalecer aquello que genera bienestar, se diseñan acciones mejoradoras sobre lo que no ha permitido avanzar o genera daños individuales y/o colectivos tomando decisiones participativas, consensuadas, para evitar a futuro prácticas que generan daño a cualquiera de los integrantes de la comunidad o colectividad. Es así como la investigación toma un matiz diferente, ya que todos los saberes y trasformaciones de la realidad emergen desde las entrañas de la comunidad, pueblo o grupo participante.


La investigación participativa y local necesariamente implica partir de la realidad de quienes habitan el territorio, participando en procesos de reflexión colectiva, comunitaria y colaborativa de manera activa. Serán los integrantes de las comunidades, pueblos o grupos quienes decidan cuál es la problemática sobre la que quieren indagar, por qué les interesa, qué de esa situación problémicas es lo que consideran más relevante para generar nuevas posibilidades de bienestar, desarrollo, calidad de vida entendido esto en sus propios términos, es decir, será desde la autonomía, cosmovisión, relación con el entorno y consigo mismos que definirán estos conceptos. Esto implica en palabras de (Zemelman, 1996, p. 104 en: Torres, 2019, pág. 17) “la trasformación y constitución de subjetividades colectivas” pues es en estas donde confluyen y se reelaboran tanto los factores estructurantes de la vida social como los procesos constructivos, de creación social, afirma (Torres, 2019, pág. 17).

La Fundación Diálogos Vivos con sus profesionales estará aportando, gestando, acompañando desde la construcción de metodología con herramientas participativas, comunitarias, diseñadas para cada proceso posibilitando diálogos, narrativas, emergencia de saberes que conllevan al diseño de caminos de trasformación. Esta construcción saberes/conocimientos que se pone a circular permite que líderes, lideresas, integrantes de la comunidad sean investigadores locales, protagonistas de su historia y de su memoria colectiva lo que aporta a la visibilización, consolidación de escenarios incluyentes, diversos y bioéticos desde las comunidades, pueblos o grupos participantes.


Por lo tanto, a manera de conclusión inicial, se puede decir que la investigación participativa, colaborativa, innovadora y local aporta a la autonomía, al bienestar, a los sentimientos de arraigo e identidad y a la mitigación de la vulnerabilidad psicológica, social y ambiental. Torres (2019, pág. 24), dirá: “…la crítica al carácter monológico de la ciencia social hegemónica, la investigación social crítica (desde Orlando Fals Borda, hasta Boaventura de Sousa Santos y Katherine Walsh) le han apostado al diálogo de saberes y al diálogo intercultural. Ello supone, no solo reconocer los saberes populares, ancestrales, femeninos y los generados desde las luchas sociales, sino también potenciarlos en su interacción de los saberes especializados y elaborados desde los paradigmas científicos, los cuales también resultan interpelados y transformados”.



Referentes Bibliográficos:

Bruner, J.1991. Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Alianza Editorial. Madrid: España. Colección: cultura libre. (Traducción de Juan Carlos Gómez Crespo)

Fundación diálogos vivos. 2022. Estatutos (documento Interno). Armenia: Quindío

Torres, A. 2019. Pensar epistémico, educación popular e investigación participativa. Ipecal, Editorial nómada: México. Colección: cauce y río

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